sábado, 2 de febrero de 2013




Interrumpidos son mis pasos con el crujir de millares de hojas que vuelan en remolinos hacia mi en estos días que han perdido horas de luz. Sombras alargadas, uvas, manzanas, nueces y esos tintes amarillos, rojos, caobas y naranjas deleitan mis sentidos mientras arropan mi sueño.

Sí, nací en aquellos días nublados, donde la caprichosa niebla se precipitaba antes de las estruendosas tormentas. Días donde el frío y la humedad adquieren un aroma reconfortante, alejada de aquella vida moderna, donde el silencio vuelve majestuosa la furia de la naturaleza.